Importancia, significado y trascendencia de la Marcha Nacional del Agua
Aunque su importancia y significación han querido ser soslayadas por el gobierno y los medios de comunicación convencionales, es claro que la Marcha Nacional del Agua ha sido un evento político de trascendencia. Conviene reflexionar sobre estos tres aspectos: importancia, significación y trascendencia.
Importancia
¿Ha sido de verdad importante? ¡Claro! Primero, porque la marcha ha sido masiva convocando al menos 15,000 personas en Lima en apoyo de quienes desde Celendín y otras zonas afectadas por la minería emprendieron un largo viaje desde la periferia del poder político hasta su centro. La Plaza San Martín, una de las más grandes de Lima, estaba llena, como muestran las fotos que circularon por medios de comunicación alternativos.
Segundo, porque fue una marcha nacional que convocó a una gran diversidad de organizaciones sociales de muchas partes del Perú, no sólo de Cajamarca o Lima. Frentes de defensa, rondas campesinas y urbanas, organizaciones gremiales, organizaciones de estudiantes universitarios, organizaciones vecinales, grupos culturales, grupos de activistas políticos y un largo etcétera. También hubo partidos políticos (Patria Roja y Tierra y Libertad fueron los más visibles) pero es claro que la marcha no fue liderada por ellos. Creo que las imágenes son elocuentes, fíjense en el siguiente video en la gran cantidad de grupos con sus banderolas y lemas en la entrada a la plaza.
Tercero, porque la marcha se abrió paso a pesar de los esfuerzos de los medios masivos de comunicación por desacreditarla e invisibilizarla y se desarrolló pacífica y hasta festivamente, como muestran los muchos videos que circulan por internet. La protesta fue un espacio para el encuentro de lo diverso y para el intercambio de opiniones e ideas.
Es decir, ha sido importante por la cantidad de gente que participó y apoyó la protesta, por su capacidad de convocatoria a nivel nacional y de una gran variedad de organizaciones, y por su carácter festivo y pacífico en un contexto adverso.
Significado
En cuanto a la significación o significado, creo que hay al menos tres aspectos importantes a rescatar. Primero, la marcha es en sí misma una forma de participación política de sectores sociales que optan por la expresión directa de su desacuerdo con políticas gubernamentales al no encontrar representación o mediación política legítima. Los procesos de toma de decisiones son evidentemente parte de la práctica política y lo que la marcha revela es que los actores sociales se han movilizado colectivamente para influir directamente en las decisiones del gobierno planteando así una manera distinta de hacer política sin partidos. Los actores principales de la marcha han sido sociales más que políticos, aun cuando es claro que han asumido un rol político.
El otro aspecto a resaltar es la articulación de una variada gama de discursos, lemas, consignas y demandas visibles en la marcha. Más que ser un espacio de unidad (y por lo tanto de identidad), me pareció un espacio de articulación de distintas demandas y hasta cosmovisiones e ideas de desarrollo que responden de manera conjunta a la identificación de al menos dos problemas: uno es la orientación de la política extractiva-productiva-económica del gobierno, que plantea una continuidad acrítica en relación a los gobiernos anteriores; y el otro es la forma en que se procede a implementar la mencionada política. Es decir que un problema tiene que ver con los temas de desarrollo, política económica y gestión de recursos naturales; y el otro tiene que ver con la inclusión política y el reclamo de ser escuchados como voces legítimas en temas que tendrían que ser debatibles. En este segundo terreno, más bien político, se ubica claramente la indignación frente a la promesa incumplida. Las imágenes del candidato Humala preguntándole a la gente en Cajamarca si creía que se podía comer el oro y prometiendo acompañar la lucha popular en la defensa del agua están demasiado frescas. No es difícil imaginar que si Keiko Fujimori hubiera ganado la elección Presidencial, Humala habría encabezado la marcha. Y este es, lamentablemente, otro punto de continuidad con los gobiernos anteriores, que supuestamente van afianzando la institucionalidad democrática luego del gobierno autoritario del Fujimorismo: el incumplimiento de promesas electorales sin dar siquiera una explicación.
Un tercer aspecto está relacionado al significado de los mensajes y lemas que la marcha ha levantado, más bien caracterizados por la variedad antes que por la unidad. Veamos algunos de ellos:
La Confederación Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería (CONACAMI) organizó una performance: sobre una camioneta iba un hombre encadenado a una cruz y sobre la parte delantera del auto un cartel en el que se leía “El nuevo crucificado de Cajamarca Perú defiende el agua, la vida y el medioambiente de las futuras generaciones. ¡CONGA NO VA! Con Oro, Plata y Cobre CAJAMARCA Sigue Pobre. Marcha por el Agua se inició en Cajamarca 01/02/2012, Lima 10/02/2012”. Esta intervención sitúa a Cajamarca en el centro de un reclamo trágico que reivindica la defensa del agua, la vida y el medioambiente en nombre de las futuras generaciones mientras alude, también, al tema de la desigualdad histórica en la distribución de la riqueza producto de las políticas extractivas.
El Frente de Defensa de los Intereses de Moquegua tenía una banderola que decía “Por la defensa del medioambiente el agua y la vida” y que incluía una foto en la que círculos rojos señalaban a Cuajone, Quellaveco y Toquepala; tres zonas de explotación minera en Moquegua. A continuación se leía: “No a la minería en cabecera de cuenca”, lo cual es un reclamo concreto que contiene una propuesta de política pública.
Una mujer que caminaba cargando a su hijito/a, ambos/as con el pelo casi rapado, portaba un letrero que tenía una calavera atravesada por una cinta que le salía por la boca y en la que se leía: “Yanacocha – mercurio” y al lado una foto de los relaves que soltaban tuberías en una zona árida donde todo parecía muerto. El mensaje es la contaminación que no vemos cotidianamente en Lima.
También estuvo la Coordinadora Nacional de Profesionales y Técnicos del PNP – Gana Perú con una banderola que decía: “Juntos por la Gran Transformación. Cuidar el agua es defender la vida”. Aunque se marchaba en protesta por el manejo del proyecto y del conflicto Conga parecía que se afirmaba que aun era posible un cambio de orientación política en el gobierno.
Una mujer caminaba sola con un letrero que decía: “Goyo Dignidad. El pueblo defiende la ordenanza 036. Conga no va”. Era un reclamo directo por la vulneración de la institucionalidad y autonomía de los gobiernos regionales.
El cartel del grupo Lesbianas Radicales decía: “Defendemos nuestros ríos y humedales”, haciendo referencia al problema de la vulneración de fuentes hidrológicas y ecológicas, pero también (de manera irónica) al problema de la vulneración de derechos civiles y políticos de las lesbianas.
En algún momento aparecieron pancartas con las imágenes de héroes de la lucha por los derechos ciudadanos de grupos que históricamente han compartido formas de exclusión política y, a la vez, pertenecen a sectores populares. Cuatro pancartas marchaban juntas. La primera imagen de la izquierda era de María Elena Moyano, lideresa de Villa el Salvador asesinada por Sendero Luminoso. La segunda era de Saúl Cantoral, líder minero, que habría sido asesinado por grupos paramilitares durante el primer gobierno de Alan García.
La tercera era de Pedro Huilca, líder de la CGTP asesinado por el Grupo Colina en 1992, durante el primer gobierno de Alberto Fujimori. La cuarta era de Godofredo García, líder ecologista y representante del Frente de Defensa de los Intereses de Tambogrande asesinado durante el conflicto con la empresa minera Manhattan.
En el piso encontré juntos como en un collage varios letreros de individuos: “Conga no, agro sí. Cajamarca decide”, “El agua debe ser un derecho humano y constitucional”, “No a la minería transnacional, sí a la producción nacional”. Demandas y posiciones diversas.
La conciencia de la criminalización de la protesta asomaba en una viñeta en la que un policía palo en mano, con un cuchillazo colgado en la espalda y cacerinas cruzando su cuerpo uniformado decía : “miren! un terrorista!” señalando a un hombrecito pequeño y asustado que llevaba un cartelito que dice “agua es vida”. Hubo bastante presencia policial para una marcha que fue pacífica y a la vez masiva.
Una pareja llevaba un tiburón inflable en cuyo cuerpo se leía: “Yanacocha. Mina Conga. Depredador”.
Una señora tenía un cartel en el que denunciaba el abandono en el que están tres de los heridos –al menos uno de gravedad- de la protesta anterior en Cajamarca.
Mi último ejemplo es el del Comité Zonal de Rondas Campesinas, Comité Zonal de la Huaylla – Bambamarca. Su banderola no traía más que “la firma”. Pero la foto es el mensaje: es la imagen de la protesta en la laguna el Perol, que yo llamo “el abrazo a la laguna” y que comenté en un post anterior. En esta, como en varias otras fotos, se aludía a la primera parte de esta protesta en la que los ronderos de Bambamarca fueron protagonistas.
Esta foto tiene que ver con la trascendencia de la marcha. Antes de pasar a ese tema, un comentario final sobre su significado. Aunque ha habido grupos y partidos de izquierda presentes en la marcha no se puede decir que ha sido una marcha de izquierda. La pluralidad de actores participantes, la gran mayoría de los cuales no pone por delante su pertenencia ideológica o partidaria, nos impide llamar a esta una marcha de izquierda. Discrepo en esto con Rocío Silva-Santisteban quien ve en esta protesta el germen de una izquierda verde. En cuanto a lo verde, ese sí es un componente más visible pero que está lejos de ser unitario e identitario, de ser discurso único. El discurso ambientalista o ecologista que tan bien se ha posicionado en Europa y en general en el hemisferio norte, se encuentra en el Perú con otros discursos que aluden a la inequidad en la distribución de la riqueza, a la defensa de los recursos naturales, al derecho a la autonomía política o el derecho a decidir, al centralismo y ninguneo de las autoridades locales, a la defensa de la producción nacional vs. la internacional, a la protesta por la contaminación y sus secuelas, etc. No es pues un único discurso y no queda claro que sea también una única reivindicación ni una única demanda, un solo puño. Pero, quiero ser clara, eso tampoco significa que no hay discurso “verde”. El hecho de que no se parezca al discurso y la ruta política verde en Europa no significa que no hay aquí un discurso político en construcción. Por lo demás, afirmar que los conflictos sociales se explican fundamentalmente por demandas materialistas y que Conga no sería una excepción como ha hecho Rodrigo Barrenechea es una simplificación excesiva que aplana lo que es más bien multi-dimensional.
El significado es entonces “los significados”, la pluralidad de discursos y demandas convergentes en algunos puntos que aun son mínimos y que tendrán que irse negociando y decantando en el proceso de protesta en el que estamos. Creo que la gente que fue a la marcha comparte tanto una posición crítica de la política económico-productiva del Estado peruano de los últimos 20 años y del actual gobierno, como un cuestionamiento de los términos en que se quiere desarrollar el proyecto minero Conga. Comparten el discurso político ambientalista, y también la indignación por la promesa rota.
Trascendencia
La Marcha Nacional del Agua ha sido, después de La Marcha de los Cuatro Suyos, la marcha nacional más concurrida y plural en al menos los últimos 50 años en el Perú. Ha habido por cierto otras protestas muy importantes en ese tiempo pero no con la característica de una pluralidad que cruza el espectro ideológico, regional, generacional, de clase y por supuesto organizacional. Ambas marchas fueron masivas, nacionales y plurales. También fueron festivas, lo que hace de la marcha una forma particular de expresión política para aquellos que se sitúan en los márgenes del poder instituido y desde allí, en sus propios términos y con sus propios recursos, reclaman su derecho a participar políticamente. La demanda más trascendente de la marcha ha sido entonces la del derecho a tener derechos, una vez más, en el Perú. El derecho a reclamar, a hablar, a decir, a ser visto y vista y escuchados y tomados en cuenta, especialmente cuando se toman decisiones que los afectan directamente. En otras palabras, inclusión política, ciudadanía.
Pero también la Marcha Nacional del Agua ha sido distinta de la Marcha de los Cuatro Suyos en que la primera es una protesta en tiempos de democracia mientras que aquélla lo fue en dictadura. No es un detalle sino un elemento importante en el análisis pues nos permite establecer el carácter de este momento de articulación hegemónica y política. Mientras que en los Cuatro Suyos se peleaba por un cambio de régimen, en la del Agua se ejercita la exigencia de rendición de cuentas (accountability) y se cuestiona la pertinencia de un conjunto de políticas públicas y la forma en que se implementan. ¿No es acaso una muestra de una mayor conciencia ciudadana? A mí sí me lo parece. Revela una comprensión más precisa y extendida de lo que significa la ciudadanía.
Finalmente, la marcha es trascendente también en un horizonte temporal menor que tiene que ver con el actual gobierno. Esta marcha es el segundo round exitoso en una fuerte pugna entre Estado y sociedad alrededor de los temas ya planteados. El primer round fue la protesta en Cajamarca que terminó con la caída de un gabinete completo y con la exposición pública de las fisuras de una precaria alianza puramente electoral (tal y como la definió sin ruborizarse el propio Presidente). Esa primera protesta no sólo desestabilizó al gobierno, también llamó la atención sobre un complejo tema que el gobierno se niega a someter a discusión pero que sí es de interés nacional y es capaz de articular solidaridades políticas. No hay discurso unitario, quien sabe si lo haya. Lo que sí hay es agencia política creciente desde la calle y mayor capacidad de convocatoria e iniciativa política en la sociedad en relación al Estado. Ese es el gran mérito de la Marcha Nacional del Agua, haber entrado a Lima, centro del poder en el Perú, con fuerza y contundencia. Es importante no verla como un hecho aislado. Es todo un evento en sí misma, pero también un hecho clave en la forja de nuevas apuestas políticas con carácter nacional. Y a la vez, es un segundo round exitoso en el conflicto por el proyecto Conga. Probablemente los resultados del Peritaje Internacional convocado por el gobierno den lugar a un tercer (y quien sabe definitivo) round. Veremos.
* Fotos y video propios, excepto por la primera foto de la marcha en la Plaza, tomada del muro de un amigo en Facebook (HM).