Masas
un documental imprescindible
Acabo de terminar de ver Masas, un documental de Jerónimo Centurión que pone en evidencia, con dolorosa claridad, como la ciudadanía desigual es una realidad muy vigente en el Perú. Masas nos cuenta la historia de un grupo de peruanos, asháninkas, secuestrados cuando niños por Sendero Luminoso (SL) en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Marañón (VRAEM). Estos niños, como miles de asháninkas en los años ochenta y noventa durante el conflicto armado interno, fueron esclavizados por décadas y ahora que son adultos son utilizados como “una suerte de fábrica de niños” de los que luego se apropia SL, según indica el realizador del documental en su columna periodística y en una entrevista reciente.
El término masas, según nos relata Centurión, es utilizado tanto por los grupos narcoterroristas del VRAEM como por la policía para referirse a las personas secuestradas. El concepto de masas nos remite a un todo indiferenciado en el que no pueden distinguirse componentes. Las masas son funcionales, instrumentales, reemplazables. Conceptualmente hay una oposición con el concepto de persona e individuo, a consecuencia de lo cual se les niegan atributos como capacidad de agencia y autonomía y por lo tanto derechos, libertades. Las masas pueden entonces ser esclavizadas, instrumentalizadas, despojadas de su humanidad y convertidas en simples cuerpos que cumplen funciones específicas para otros.
Hay que ver este documental para entender una de las caras del horror de la esclavitud actual, en nuestro país. Estremece y duele verles, oír sus desgarradores relatos, ver sus ojos humedecerse al recordar a los hijos e hijas que quedaron presos en el VRAEM y a los que probablemente nunca más podrán ver, al hablar de los que murieron, imaginar su cotidianidad sin horizonte. Confrontados con sus rostros y su realidad ¿hay acaso diferencia en la forma en que cualquiera de nosotros se sentiría en circunstancias similares? ¿son menos personas que nosotros? ¿no merecen acaso nuestra mirada, nuestra solidaridad, nuestra acción?
El documental también nos informa de la forma en que el gobierno utilizó políticamente el rescate vulnerando los derechos de los niños y sus padres frente a los más importantes medios de comunicación nacional. La primera dama se lució en un rol maternal que escondía de las cámaras la separación forzada de niños y padres, ambos víctimas de secuestro y trata de personas de acuerdo a la información recolectada por los propios policías que los rescataron. El presidente más bien proyectó la imagen de líder guerrero vencedor señalando a los adultos rescatados como terroristas capturados. Es así que luego de haber sobrevivido en condiciones inhumanas por décadas a SL, han tenido que sufrir el maltrato, la indolencia y hasta el uso político de un Estado que no quiere abrir los ojos a su propia responsabilidad para con ellos. Es verdad que la policía peruana los rescató, pero el presidente de la república los incriminó públicamente mientras les arrancaron a sus hijos de los brazos y con engaños. Luego tuvieron que navegar una burocracia rígida e indolente que no puede jamás adaptarse a las necesidades de sus ciudadanos, y menos a situaciones excepcionales como esta en la que más bien debieron ofrecer todas las facilidades.
Imposible no preguntarnos ¿por qué? ¿Qué significa este maltrato del Estado cuando por simples razones humanitarias tendría que haber habido más bien todo tipo de recursos a su disposición para facilitar su recuperación y su reinserción en sus comunidades? ¿Qué significa ese uso político para la opinión pública cuando más bien debió quedar claro que el Estado está en falta porque, aunque se conoce esta realidad, no hay ninguna política de rescate y recuperación de nuestros conciudadanos secuestrados hace décadas? ¿Por qué no nos moviliza esta historia de horror indescriptible?
Quizás porque para el Estado y nuestra sociedad también son masas, no ciudadanos.
Hace diez años el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación denunciaba que el conflicto armado interno había tenido un factor étnico clarísimo, sustentado en el racismo y expresado en la indolencia de la sociedad y el Estado hacia quienes más sufrieron los horrores de la guerra. El factor étnico se expresó en la deshumanización de peruanas y peruanos a quienes no se podía imaginar dentro de la comunidad política, de la sociedad nacional y hasta del proyecto revolucionario. El documental Masas demuestra la persistencia de ese racismo, de esa indolencia, y de ese factor étnico en nuestra sociedad.
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Me gusta pensar en las intersecciones que hay entre política y cultura, y sus muchas ramificaciones.
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Un blog de Carmen Ilizarbe