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foto tomada de caretas.com.pe

La respuesta de Caretas

Publicado: 2013-10-19

Esta semana se ha desarrollado una controversia pública a propósito de una foto publicitaria del suplemento Ellos y Ellas de la revista Caretas. El texto que acompañaba a la foto decía “Modelo Janet Leyva con poncho de Susan Wagner con bordado típico de Chota, Cajamarca, en tierno enfrentamiento con mamacha cusqueña”. Muchas y muchos llamaron la atención en la blogósfera sobre la diferencia de estatus que se establecía implícitamente al señalar a una de las mujeres con nombre, apellido y profesión (Janet Leyva, modelo) y a la otra con una etiqueta genérica que visibiliza más bien su procedencia y etnicidad (mamacha cusqueña). Más aun, otra mujer que no aparecía en la foto también era señalada con nombre, apellido y profesión (Susan Wagner, diseñadora), así como se ofrecían detalles sobre el producto publicitado en la foto (poncho con bordado típico de Chota, Cajamarca). La antropóloga Gisela Cánepa llamó la atención sobre las oposiciones que la foto plantea y los estereotipos que refuerza, tanto en la dimensión étnico-cultural como de género, y nos invitó a todos a preguntarnos por “la economía política en la producción de este tipo de imágenes, de su circulación y de su consumo”.

Se abrió así un espacio de discusión alrededor del tema de la discriminación que mereció una carta a la revista por parte de la Viceministra de Interculturalidad del Ministerio de Cultura, Patricia Balbuena, como parte de la iniciativa “Alerta contra el Racismo”.

En la carta que se puede leer en la foto que abre esta columna, la Viceministra señalaba que “El contenido mencionado valida discursos de corte racista que no colocan como pares a los diferentes grupos culturales de nuestra sociedad. Así mismo refuerzan los estereotipos, prejuicios y jerarquías culturales que hacen daño al país y retrasan una convivencia pacífica y libre de discriminación.”

La respuesta de la revista a esta queja es bastante agresiva y merece análisis porque revela elementos importantes para entender la dinámica de la discriminación en nuestra sociedad. Después de todo, el racismo opera muchas veces de forma inconsciente y hasta involuntaria porque se asienta en formas de sentir y pensar arraigadas socialmente. Corresponde entonces visibilizar y desnaturalizar estas dinámicas para poder luego trabajar sobre ellas.

Caretas es una revista legendaria e influyente en el Perú, que se precia –con razón- de haber resistido y sobrevivido a varias dictaduras. Es una revista de análisis político con vocación democrática, aunque también elitista pues su interés y simpatía por la gente “de clase”, que el personaje de la China Tudela llama “la GCU”, siempre se ha dejado notar. Ellos y Ellas es precisamente revelador de esa empatía altamente selectiva que semana a semana se ocupa de las fiestas, homenajes, matrimonios, inauguraciones y en general todo evento social considerado “de importancia” para las élites sociales peruanas. La revista pone en practica también un tribunal del “buen gusto” en su sección “VA O NO VA” cuestionando burlonamente o elogiando a mujeres del mundo social que retrata, por sus elecciones al vestir.

Hay que hacer notar también que con el correr de los años Ellos y Ellas ha pasado de ser una sección de unas cuantas páginas dentro de la revista, a ser un suplemento que acompaña la revista, y en los últimos tiempos a una revista de formato más grande incluso que la propia Caretas. Claro indicador de la importancia que “lo social” y más precisamente ciertos grupos sociales y “estilos de vida” tienen hoy en el Perú. Ellos y Ellas expone en sus páginas de eventos sociales el marco valorativo de las élites sociales del país.

Entrando ya a comentar la respuesta de Caretas en defensa de la foto de Ellos y Ellas, hay cinco elementos que analizar.

El primero es el título de la nota: “BUENA RAZA”. Nos hace pensar inmediatamente en la frase “¡Qué buena raza!” de uso corriente y antiguo en Lima para señalar indignación frente a algún reclamo que se considera fuera de lugar, porque es enunciado por alguien que transgrede normas o jerarquías establecidas. La expresión “¡Qué buena raza!” descalifica al que reclama.

El segundo elemento es una foto con una leyenda que indica “Virgen del Carmen de Paucartambo, ‘mamacha’ para los fieles.” La imagen de la Virgen se presenta aquí como evidencia de que el uso ‘mamacha’ es habitual en un determinado contexto cultural. Caretas parece no reparar en que el uso del término se cuestiona en tanto reemplaza al nombre de una persona y se usa como una etiqueta. En esta foto Caretas nombra con propiedad a la Virgen indicando su nombre completo, justamente lo que no hizo en la cuestionada foto.

Los siguientes tres elementos son los argumentos expuestos en la respuesta. En primer lugar se dice: "La Virgen del Carmen de Paucartambo, protagonista de una de las mas arraigadas y hermosas fiestas patronales del país, debería sentar su queja ante el Ministerio porque desde siempre los fieles la llaman "mamacha".

Caretas responde burlonamente -todo un estilo de criticar y responder a las críticas en el Perú de hoy- ridiculizando la queja de la Viceministra al sugerir que la Virgen misma presente una queja por racismo ante el Ministerio de Cultura. En vez de responder a los cuestionamientos específicos (una mujer tiene nombre en la foto y la otra no) los ridiculizan y evaden.

Continúa Caretas: “¿Alguien se escandalizaría por la foto de una modelo con personajes creole en Nueva Orleans? ¿O con alguna mujer de traje colorido Bangalore? Todo lo que hace el reportaje de modas de ELLOS&ELLAS es resaltar el notable carácter estético del entorno.”

Esta parte de la respuesta invoca a una particular comprensión de la estética (supuestamente internacional) que reafirma una mirada discriminadora para la cual los creole son “personajes” comparables a “alguna mujer de traje colorido Bangalore” y por supuesto a la “mamacha cusqueña” que terminan siendo parte “del entorno”. Al implicar que la mujer cusqueña que apareció en la foto es parte del “notable carácter estético del entorno” se la cosifica explícitamente, con lo que se pone en evidencia otro aspecto de la discriminación.

Finalmente dice: “Que la ciber-policía de la corrección política no asfixie nuestra identidad". Esta frase que quizás podría dedicarse a la sección “VA O NO VA” pone en cuestión el derecho a la queja de los ciudadanos y las autoridades que los representan afirmando que lo que ha de defenderse es más bien alguna “identidad”. ¿Qué identidad es esta? ¿Cuál es ese grupo que comparte esta identidad que se percibe atacada por la “corrección política”? He aquí un grupo social y una forma de identidad que no se nombra pero se defiende agresivamente. ¿Se trata de defender el estilo de vida de las élites sociales limeñas? Pienso que sí.

En resumen, Caretas evade los cuestionamientos desestimándolos (desde el título) y ridiculizándolos. En vez de subsanar la omisión del nombre en la foto, defiende el uso del término “mamacha” como una etiqueta, e implícitamente las formas discriminatorias que dicho uso involucra. Más aun, y esto es lo que me parece importante recalcar, defiende una identidad asociada a una particular estética y grupo social que se presume incuestionable desde su posición privilegiada en una jerarquía invisible. El racismo siempre afirma la existencia de jerarquías y desigualdades que organizan y legitiman relaciones sociales entre grupos que adscriben a identidades específicas. Esta controversia nos permite reconocer algunos de los elementos que componen la identidad de un grupo elitista en la jerarquía racista que caracteriza nuestra sociedad.


Escrito por

Carmen Ilizarbe

Me gusta pensar en las intersecciones que hay entre política y cultura, y sus muchas ramificaciones.


Publicado en

Por las ramas

Un blog de Carmen Ilizarbe