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Foto del proyecto "buscando a maría elena" de natalia iguiñiz 

María Elena

Publicado: 2015-02-15

No olvidaré jamás ese 15 de febrero de 1992 cuando fui a comprar el periódico y vi la noticia en La República. María Elena Moyano había sido brutalmente ejecutada por Sendero Luminoso y luego su cuerpo despedazado con dinamita en Villa el Salvador. La República usaba ya ese día el símil con Túpac Amaru para responder a este horror: "Y no podrán matarla" decía el titular. 

El velorio y el entierro fueron multitudinarios. Yo marché entre miles de miles, acompañando ese féretro blanco con rabia y lágrimas, cuesta arriba al cementerio en Villa. Escuché sin escuchar los discursos que allí se dijeron sobre ella mientras pensaba que era increíble lo que había sucedido. La había admirado mucho por años y la conocí de casualidad en una fiesta en Flora Tristán a la que asistió aun cuando ya vivía escondida en casas de amigas y amigos, intentando escapar a la sentencia de muerte que Sendero Luminoso había hecho pública. Me le acerqué y le hablé, con admiración y curiosidad. Me habló de su militancia por la paz, que inevitablemente tenía que traducirse en oponerse pública y frontalmente a Sendero Luminoso. ¿No tienes miedo de morir? pregunté. La conversación se sentía tan honesta que la pregunta no me pareció impertinente. A ella tampoco porque me respondió que ya no, que sí había vivido mucho tiempo con miedo pero que ya no, porque no cambiaría nada de lo que había hecho. 

En eso pensaba mientras la enterraban. ¿En qué se había convertido nuestro país? Ese mismo año vendrían el atentado en Tarata y el golpe de Estado de Fujimori-Montesinos y las Fuerzas Armadas. También la captura de Abimael Guzmán. El fin de la guerra y el inicio de la dictadura Fujimorista.

No es que María Elena fuera sobrenatural o perfecta. No lo era. Era muy humana, con defectos y virtudes como cualquiera. Pero además, increíblemente corajuda y perfectamente consciente de lo que se jugaba desafiando públicamente a Sendero Luminoso. Yo no la olvido. Y sigo pensando que fue una mujer extraordinaria que debiera recordarse y conocerse más.

Hoy que se cumplen 23 años de su asesinato repaso mis propios recuerdos y la pienso, revisando la excelente intervención pública y proyecto fotográfico de Natalia Iguiñiz: Buscando a María Elena. A María Elena hay que buscarla y encontrarla en estos tiempos, para repensarla.


Escrito por

Carmen Ilizarbe

Me gusta pensar en las intersecciones que hay entre política y cultura, y sus muchas ramificaciones.


Publicado en

Por las ramas

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