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IMAGEN TOMADA DE ELECCIONESDEIGUALAIGUAL.NET

Mapas en perspectiva comparada temporal, y con miras a la segunda vuelta del 2016

Publicado: 2016-04-15

Maritza Paredes ha escrito un interesante artículo analizando los resultados preliminares de la primera vuelta en el 2016 y discutiendo las opciones del electorado para la segunda vuelta en la que la presidencia de la república se decidirá entre Keiko Fujimori (KF) de Fuerza Popular (FP) y Pedro Pablo Kuckzynski (PPK) de Peruanos Por el Kambio (PPK). Quiero discutir aquí algunos de sus planteamientos incorporando una lectura comparativa en el tiempo para terminar haciendo un planteamiento distinto respecto al escenario de la segunda vuelta. 

Me parece importante ver cómo ha ido cambiando el voto a nivel nacional en el tiempo tomando en cuenta la data a nivel distrital que nos permite matizar los resultados de la primera vuelta en la que resulta implícito que en la segunda vuelta se enfrentan las dos principales fuerzas políticas del país: FP que ha ganado en 15 regiones, y PPK que ha ganado en… así es, en solo una región (Arequipa) y por muy poco al Frente Amplio (FA) y a FP.

El mapa a nivel distrital (que ha circulado desde ayer gracias a información excelentemente procesada por la web eleccionesdeigualaigual.net) nos muestra que el voto, en realidad, no ha sido fragmentario. Contra lo que plantea el título del post de Maritza Paredes, el mapa nos muestra que FP ha arrasado a nivel distrital y en extensión territorial. No hay tanto fragmentación como aglomeración del voto a favor de FP. En segundo lugar observamos que aunque PPK ha podido concentrar numéricamente el voto, no ha podido hacerlo extendiéndose en el territorio. Esto último es un logro del FA que se ha constituido en la primera fuerza electoral en 628 distritos contra los 46 de PPK. Ambos, sin embargo, están muy lejos de los 1028 de FP que se extienden con fuerza por todo el norte (costeño y amázonico pero en menor medida andino), el centro y el sur costero.

Con miras a la segunda vuelta, es clarísimo entonces que PPK la tiene muy difícil pues necesita conseguir votos fuera de Lima y vemos que su presencia en las regiones y distritos no limeños ha sido mínima. El planteamiento de la necesidad del trasvase de votos de otras candidaturas a la de PPK fuera de Lima se hace entonces absurdo puesto que PPK no ha tenido en realidad llegada fuera de Lima. Tampoco es verosímil pensar que PPK pueda quitarle votos al fujimorismo en Lima. Y finalmente, no es razonable pensar que los líderes de la elección en primera vuelta tengan alguna capacidad de endosar votos. En la medida en que no tenemos verdaderos partidos con arraigo popular y capacidad de generar identidad partidaria y militancia, no hay como pensar que pueden dirigir al electorado.

Un segundo punto que levanta Maritza en su post es cómo entender el comportamiento de las y los electores. Esta es una discusión para la que tenemos pocos elementos de juicio pues las encuestas y los resultados electorales en realidad ofrecen poquísima información –o muy superficial- en relación a cultura política y las racionalidades que operan en las decisiones de los electores. Hay muy pocos estudios en profundidad que nos permitan entender los comportamientos, las consideraciones, las influencias y las expectativas de millones de personas, principalmente jóvenes, que hoy definen las elecciones. Asimismo, tendemos autilizar encuestas y data cuantitativa para homogeneizar y proyectar tendencias mayoritarias descuidando los elementos que se desvían de la norma y el promedio. Es entonces muy arriesgado atribuir valoraciones, ideologías y posiciones programáticas a millones de personas por su comportamiento electoral. En esta línea hay que cuestionar la tesis del conservadurismo del norte defendida en este párrafo: 

 "A este elector le interesa la estabilidad, mira con ojos más amigables el modelo económico del que se ha beneficiado, busca algunas reformas, pero le repele cualquier indicio de políticas que constituyan el riesgo de volver al pasado. La visión del futuro de estos sectores está mucho más asentada en los principios del liberalismo económico, del emprendedurismo basado en el esfuerzo personal, de la educación privada (sin importar la calidad necesariamente). Los discursos nacionalistas, y de cambios radicales, que pueden encontrar respaldo en el Sur, asustan al electorado en el Norte y a un porcentaje importante de votantes en Lima."

Creo que incluso como hipótesis de trabajo es arriesgada si tomamos en cuenta los mapas distritales de las dos elecciones anteriores. Veamos.Si vemos el mapa electoral distrital de la primera vuelta del 2011 veremos que Humala, el de la Gran Transformación y no el de la Hoja de Ruta, tenía apoyo de importantes sectores en el norte sobre los que más bien se puede decir que reclamaban cambios de fondo. Sí, la primera vuelta, con el programa de la gran transformación y el polo rojo. Recordemos que la opción por cambios de fondo –denominados radicales y anti-sistema por la prensa y los políticos de derecha- alcanzó casi un 32% en la primera vuelta.

Mapa de la primera vuelta electoral 2011, nivel distrital

TOMADO DE WIKIMEDIA.CREATIVECOMMONS.ORG

Y viendo el mapa distrital de la primera vuelta en el 2006 vemos que con un discurso aun más radical y el polo más rojo, el norte, centro, el sur y buena
parte de la Amazonía elegían también una alternativa de cambio radical.

Mapa de la primera vuelta electoral 2006, nivel distrital

TOMADO DE WIKIMEDIA.CREATIVECOMMONS.ORG

No es posible entonces hablar de una tradición –desde el punto de vista de la forma en que votan los electores del norte hoy- conservadora, y en realidad tampoco hay como describirla bien. Quiero enfatizar que en este terreno estereotipamos e hipotetizamos mucho más de lo que en realidad sabemos o comprendemos con base en estudios serios.

En todo caso, si algo nos dicen los mapas electorales es que hasta que Ollanta Humala llegó al poder el reclamo por cambios profundos en el país, incluyendo por delante la promesa de cambio del modelo económico, tenía apoyo sostenido. Es posible argumentar que el gobierno de Ollanta Humala le ha inflingido un duro golpe al proyecto político del anti-neoliberalismo –por llamarlo de algún modo- al traicionar sus promesas fundamentales antes de cumplir siquiera el primer año en el gobierno. Si vemos los mapas de atrás para adelante, en su evolución en el tiempo, veremos además como fue avanzando el fujimorismo que quedó por los suelos en el 2006, se recompuso pero no suficientemente en el 2011 y arrasó en el 2016. Es necesario leer también este avance como el fracaso del ejercicio político democrático de los gobiernos anteriores de Toledo, García y Humala, así como de las fuerzas que hoy se plantean como opositoras (notablemente el FA y Acción Popular) que aparecieron en la escena recién hace unos meses. 

Un último punto que quiero levantar es el de la sumatoria de votos nulos y blancos con los del ausentismo. Es muy significativo que este conjunto haya alcanzado un 32% de los votos (ver reporte aquí) y que en términos reales y en conjunto represente un número mayor al de los votos obtenidos por FP, la primera fuerza política de la primera vuelta. Cuando recuperemos la capacidad de ir más allá de la política electoral, este dato será importante. Y quizás podría ser importante ya en la segunda vuelta. Recordemos que en el año 2000, cuando el padre de KF quería reelegirse por tercera vez consecutiva, incluso contra lo que mandaba su propia Constitución, el ausentismo y el voto nulo y blanco fueron las opciones elegidas por la ciudadanía para expresar su repudio a un proceso visto como fraudulento y a un autócrata que se aprestaba a atornillarse en el sillón presidencial. En ese momento, el porcentaje de ausentismo, votos blancos y nulos llegó al 44% del total de votos, superando en número (6’439,567) a los votos por Fujimori en tiempos de la ONPE de Portillo (6,041,685). Ver resultados de la ONPE aquí.

La segunda vuelta coloca a quienes apostamos por evitar el regreso del fujimorismo en una situación muy difícil pues constatamos que el fujimorismo tiene una fuerza real en el país que muchos subestimamos. ¿Cómo se ha construido y con qué recursos? ¿Implica lealtades programáticas e ideológicas o se sostiene más en el clientelismo? Necesitamos estudiar más para responder a estas preguntas. Lo cierto es que el fujimorismo controlará el Congreso y muy probablemente ganará la segunda vuelta dado que su opositor no tiene arraigo nacional y los votos que requiere deben conquistarse en las regiones.

Así las cosas, desde mi perspectiva, la pregunta es si podemos aun expresar nuestro rechazo al fujimorismo en la segunda vuelta. Quiero sugerir que en estas circunstancias -como en la segunda vuelta del 2000 contra Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, contra la prensa comprada y la ONPE manipulada- el ausentismo, el voto blanco y el voto nulo se convierten en alternativas de expresión de una voluntad que difícilmente ha de triunfar pero sí merece expresarse y visibilizarse como tal, no confundida en el voto por una opción electoral que se confunde con el fujimorismo y que prácticamente no tiene opción de ganar.




Escrito por

Carmen Ilizarbe

Me gusta pensar en las intersecciones que hay entre política y cultura, y sus muchas ramificaciones.


Publicado en

Por las ramas

Un blog de Carmen Ilizarbe